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febrero 03, 2010

Miedo, desayunar miedo, almorzar miedo, cenar miedo, ¡¿Defecar miedo?!

Mi país Costa Rica se caracteriza internacionalmente por ser un territorio de paz, también por ser el primer país del mundo en abolir el ejército, pero la paz muchas veces se queda rezagada en esa historia. 


Recuerdo las veces que he sido asaltado, lo cuento como si fuera la primera vez que me embriagué o las veces que me he fumado un cigarro. 


Son cinco veces en total las experiencias que he tenido con esa escoria humana encargada de despojarnos de lo que nos ha costado; dos de estas experiencias las tuve en mi ciudad natal Pérez Zeledón, las otras tres en la capital San José; por lo tanto creo que es una epidemia que se encarna en cada uno de los rincones de nuestro país.

Nuestra Ministra de Seguridad dice y redice, como la maestra que es, que todo se trata de un problema de percepción de los costarricenses, que el problema de la inseguridad no es tan grande como pensamos; seguro me imagine un arma de grueso calibre apuntándome al cuerpo mientras me despojaban de un celular, o seguro el cuchillo que pusieron en mi cuello fue un “efecto” de mi imaginación.

Añoro aquellos días cuando era niño, cuando mi casa lo mucho que tenía era una tapia de amapola para no verle la jacha a la vecina loca de al lado, incluso la puerta pasaba todo el día abierta expidiendo hacia adentro un aire de verano soleado o a mis amigos buscándome para ir a jugar a la plaza, la cual tampoco tenía una verja metálica como ahora tiene. Esos tiempos fueron si acaso hace unos quince años, hoy mi casa tiene una tapia de unos dos metros de alto, reforzada con verjas en las ventanas y una alarma electrónica con claves extrañas que nunca logré memorizar.

Es por esto que pienso que hoy los ticos no podemos ni siquiera pasar junto a alguien en la calle sin expedir ese olor a miedo por los poros mientras se piensa en lo peor de la otra persona que viene caminando.

El mismo Estado pretende reducir las enfermedades provocadas por el sedentarismo por medio de ejercicios al aire libre, nos dicen que tenemos que caminar mas para tener una mejor salud, pero esos consejos son elaborados desde un pedestal del cual esos políticos encargados de nuestra seguridad no quieren bajar.

Honestamente tengo miedo, y cago miedo cada vez que salgo a correr o a caminar, es por eso que prefiero morir de un ataque cardiaco en la comodidad de mi casa que de una puñalada en algún caño de nuestro país.